Cirugía

En el caso de Rosarito, la cirugía se realizó a los 3 meses de nacida. Previamente se realizaron los estudios prequirúrgicos de rutina solicitados por el cirujano. Teníamos mucho miedo, ya que uno ve a los bebes tan frágiles, que parece imposible que puedan someterse a una intervención quirúrgica.
Los bebes tienen una fortaleza increíble y su recuperación es más maravillosa aún.
La operación duro 1 hora 45 minutos, por supuesto para nosotros fue una eternidad... Aunque creemos que fue más duro el momento de entregarle a Rosarito a la anestesista en el quirófano, que la espera misma, es como que en ese momento todos los miedos, incertidumbres, angustias y sensación de impotencia se hacen realidad. Recuerdo que pensábamos _"Rosarito sólo nos reconoce a nosotros, sus padres, si se despierta y se ve rodeada de extraños va a llorar".. Y ahora a lo lejos nos reímos porque eso no sucede cuando se está bajo anestesia, pero es normal sentirlo, es normal sentir miedo, es normal sentir pánico, claro que sí! Es nuestro bebe el que está ahí dentro!!
En estos casos es una suerte contar con un grupo de profesionales como los que operaron a Rosarito ya que ellos de alguna manera nos prepararon para ese momento y eso hace que en algún lugar muy muy dentro, uno sienta un poquito de tranquilidad. A quienes siempre recordaremos también, son los enfermeros de La Trinidad de Palermo, porque ellos nos mantenían informados todo el tiempo, salían del quirófano con el objetivo de transmitirnos alivio, y con una sonrisa en sus caras nos decían _"Ya falta poquito, todo va muy bien" Valiosísimas palabras para dos padres desesperados.
No estuvimos todo el tiempo en la sala de espera, a decir verdad salimos cuando Rosarito entró, porque claro está que a uno le flaquean las piernas, llora, se angustia y es mejor reponerse para que cuando todo termine, nuestro hijo nos vea bien. Así que bajamos, fuimos a la capilla de la clínica, nos encomendamos a Dios y a la Virgen, después salimos a tomar aire, caminamos un poco y volvimos. No recordamos habernos sentido mejor, pero al menos el tiempo transcurrió..
Cuando todo terminó, Rosarito salió cuasi-despierta e inmediatamente nos la entregaron, la abrazamos muy fuerte y nuestras almas volvieron a nuestros cuerpos. Fue un momento de tanta felicidad como el día en el que nació.
Poco a poco se fue despertando; ella y también su apetito, porque por supuesto estaba en ayunas, así que primero le dimos agua, por orden de la cirujana, (si acepta bien el agua significa que toleró la anestesia y puede tomar la leche) y luego tomó la leche de su mamá. Como no fue suficiente pidió más y tomó una mamadera.. Esa noche, fue la única noche que durmió de mi mano hasta que volvió a despertarse...
A la mañana siguiente la cirujana la revisó, nos dio las indicaciones a seguir respecto de la higiene en la herida y los medicamentos que debía tomar, y le dio el alta. A los 10 días le quitaron los puntos.
A los papás que aún no pasaron por esto, sólo podemos decirles que pasa mucho más rápido de lo que se imaginan y que cuando uno mira hacia atrás recuerda los temores que inundaban nuestros pensamientos y sólo quiere agradecer a Dios por su grandeza, a los médicos por su profesionalismo y tratar, sólo tratar de ser un poco de ayuda para los que estén en la puerta de ese quirófano.